martes, 30 de enero de 2007

23 PALABRAS DE KING LEAR DESPUÉS DE CONSUMADA LA CEREMONIA NUPCIAL


Amigos y súbditos del Reyno Lear: este es un día de soles renovados, de nuevas luces para todos nosotros, amigos y súbditos de este reino. Pero hoy no he de hablaros como Rey Lear, o como un rey, sino sólo como Lear, y a partir de un relato. Antes, cuando los días para mí eran noches y le temía más al sol que los vampiros, y sólo podía salir al aire cubierto con una oscuras gafas de infernal insecto, como las que usaba Ray Milland en “El hombre de la visión de rayos X” , que imagino ustedes habrán visto si son fanáticos del cine serie B. ya sea de terror o ciencia o ficción, o frisan los 50 años; como Ray Millan, decía, por pasarme de la delgada línea roja que todos queremos atravesar sin pensar en las consecuencias, o como también, había leído mal “La líena de sombra” de Conrad, me perdí por andurriales del infierno, los bajos fondos del alma y me entregué de lleno a las orgías de mi corazón y nadé en un mar de sargazos de alcohol puro. Ese era yo, Lear, que creía reinar, pero mi reino era un mundo de fantasmas y espejismos, y mi túnica la tan trilladas desnudez del emperador; pero que más de alguna vez cubrí con jeans y camisetas un tanto andrajosas. Mi destino, amigos, era la muerte. Y mientras dribleaba con las muerte, o jugaba, como Antonius Block, al ajedrez con ella y sus trampas, conocí en un recodo "in mezzo del cammin di nostra porca vida”, como decía el Cónsul Lowry bajo el Popocatépelt, a Teresa, la primera Therese, que andaba por la misma cuerda floja, pero tal vez con malla de protección, aunque bastante frágil también. El asunto, amigos del reino, es que di el “Gran salto” a los 37 de mi vida, y, como Rimbaud, debía haber muerto a esa edad. Sobreviví. Y el empeño en mi supervivencia lo hizo Therese, esa Teresa del tiempo remoto del que les hablo, a porfía, porque yo no quería vivir. ¿Por qué me decidí por el gran Sí y deseché el gran No como en cierto poema de Cavafis? Como en ese tiempo me dedicaba a la poesía con la pasión del artista cachorro, aunque ya no lo era, habría sido una hermosa coincidencia morir a la edad en que murió Rimbaud, y con una pierna destrozada. Pero estaba Teresa, la Therese que ustedes ven acá junto a mí, y, tal vez, anoche, cuando escuchamos la conmovedora voz de el Cardenala, a quién todos tanto debemos en su infinita sabiduría de hermafrodita, ellas, Therese y Teresa, lloró, lloraron, porque escuchó la liturgia sagrada, que hacía, por vuestra voz Cardenala, sagrado nuestro vínculo, en un castillo fuera del Tiempo y del Espacio. "En cualquier lugar siempre que sea fuera del Mundo", hijo de la ironía, diría Baudelaire. Ahora escribo, en mis ratos de ocio, más con el pensamiento que con la pasión, con la mente que con el corazón, porque uno envejece y así son las cosas: la catarsis, amigos, opera igual, y mejor con malla de protección. Y antes de darle mi dádiva, un poema aunque ya un tanto usado a Therese, quiero darle las gracias a Lila Magrite, a El Cardenala, al Bufón, a Grandchester sea quien sea, al Heraldo de Aragón, a la gran Cocinera Republicana que se mantiene firme junto al pueblo, a la Cuidadora de Gansos, y al poeta de la Rosa o del dulce Rocío, a pesar de los dolores de corona que me causó. Y por supuesto a mis lugartenientes el Mago Merlín y el gran Historiador del Reyno. Son un grupo de locos maravillosos y espero que a futuro no nos perdamos de vista y tal vez nos acerquemos más. Pero eso es el futuro. Ahora importa el ahora, así que entrego mi dádiva hecha de letras, escrita, cuando, como les decía, escribía más con la pasión que con la mente, a mi Therese, como renovación y concresión del Gran Contrato, que también es un reiterar el gran Sí de Cavafis. Y después, a abrazarnos con Dioniso y las sirenas. Yo libaré con agua pura y miel.




LOS SENTIDOS DE LA ÉPICA

A Therese
Me he propuesto la difícil empresa
De enamorar por el resto de su vida a una sola mujer:
Como esos hombres de barbas rojas que perseguían
Por el resto de su vida la inconmensurable distancia,
Y la teñían de mar,
De cielos explotando,
De crepúsculos bordeando con la Nada y,
Al final,
Regresaban al punto de partida y el único
Sabor en sus bocas, además de la adorable sal,
Era la amargura de la certeza de que la tierra
Era una redonda y húmeda esfera:

Pero yo me he propuesto la difícil empresa de
Enamorar por el esto de su vida a una sola mujer:
Tengo muchos aspectos en mi contra:
Los primeros, los más comunes
El transcurso del tiempo, la decrepitud, el cansancio
De la mente y la sinopsis del gusano:
(El temblor de mis manos sobre su cuerpo sólo la
estremece)
El segundo, puede ser la vaga impresión
De desaliento al ver marchitarse las flores amarillas
Que tras un viaje por un océano de cipreses grises
Una vez le regalé:
También está la oscura tentación de descerrajar
Los cajones con llave que todos guardamos
En un recóndito ámbito: esos cajones con llave
Que tanto bien hacen al amor por su tranquilo misterio,
Que invariablemente compartimos, en silencio,
En la noche de insomnios y e la noche de sueños:
También está el deseo de partir nuevamente,
Que es consubstancial
a todo navegante
y yo soy un navegante:
También están mis manías, mis celos y mis insomnios,
Y ese gran amor a mí mismo que nunca me deja,
Ese atroz enemigo que gruñe, roe, escalda y se
Ríe a mis espaldas de mis muecas:
Ese atroz enemigo me recuerda en las noches,
Cuando subo a su cuerpo
El poema de Malcom de Chazal:

Cuídate de amarme demasiado
Volverías a ti mismo.
El amor es redondo.

Además está Ella Misma, como el mar tan
Amado por los navegantes, ese mar que en sus mareas
Lo podemos arribar, costa, o morir en él, altamar;
Pero también tengo algunas cosas a mi favor:
No sé si las menos o las más:
Fuera de las rosas amarillas y marchitas,
Mis insomnios, la compulsión de la partida,
Mis manías, el que sea un navegante, todo eso que ella
Ya adora y ama:
La certeza de que la única manera de enamorar
Por el resto de su vida
A una sola mujer
Es amando a una solo a mujer.

Eso, además de las rosas amarillas y marchitas,
De mis insomnios y la compulsión por la partida,
Dado que soy un navegante,
Y mis manos temblorosas y mis manías,
Y mi cojera,
Y la tentación de descerrajar sus cajones con llave
Y mis propios cajones con llave.

Pero también tengo a mi favor
El hecho de que cocino delicioso y que cuando la amo
La persigo por inconmensurables distancias y la tiño de
Mares y cielos explotando
De crepúsculos bordeando con la Nada, y,
Al final,
Regresamos al punto de partida
Y ahí el único sabor en mi boca
Es la adorable sal de su boca:
Y sé que sí, que si regreso a mí mismo,
Que si el amor es redondo,
Al final de esta húmeda e inconmensurable esfera,
me aguarda ella, la mujer que me he propuesto amar
por el resto
de
mi
vida.


Vuestro: King Lear

5 DIÁLOGOS:

Anónimo dijo...

(Suspira enamorada)
.
Ayyy...
.
Si yo fuera esa mujer
no me importara
si Lear no fuera Rey.
.
(Suspira enamorada).
.
(Duende)
.
Slurp, slurp.
.
Esta Novicia
cómo me alimenta
cuando ve a Lear.
.
Si sigue así
me pongo a dieta,
no me confundan
con un cerdo
y me quieran estuprar.
.
.

Thérèse Bovary dijo...

Es cierto, mi rey Lear, anoche cuando veíamos el video de nuestro matrimonio celebrado por el Cardenala, junto a todos los amigos de este reyno, yo lloraba de emoción a vuestro lado y os dije, mi rey:

¡Mirad!... nuestros sueños fueron posibles: un Cardenala nos ha regalado una ceremonia como no la hay ni habrá en esta tierra, en una Catedral como solo es posible que exista en el cielo que es en sí mismo la Gran Catedral, y ésta su réplica en la tierra.
Y entramos a la Iglesia con nuestros respectivos padrino y madrina, y la música de bodas, y la extraordinaria solemnidad de el Cardenala.
Y nos acompañaban los mejores amigos que hemos tenido jamás: el Heraldo de Aragón, la Triministra, Grandchester, la Cocinera republicana, la Cuidadora de gansos, el Caballero poeta de la Rosa y del Rocío, un hermoso y juguetón Bufón y tantas novicias... que rezan por nostros, por nuestra felicidad, amor mío, mi rey.

Y sí, lloré abrazada a vos, rey Lear, esposo mío, porque este ha sido nuestro verdadero y real matrimonio.

Gracias a todos. Los quiero mucho y tenemos que seguir juntos para siempre, haciendo del ciberespacio nuestro hogar paralelo, donde se está cómodo y podemos vivir todas nuestras fantasías y compartir la música, la risa, las tristezas...

Oh, mi Dios, que gran ceremonia, qué gran castillo es éste, un verdadero castillo en el aire, que ahora nos queda demostrado que también existen.

Anónimo dijo...

es más real que esas sombras que caminan enfrente
y mucho más hermoso

Lila Magritte dijo...

(Lee, piensa, se queda muda y no sabe qué decir)

Marga dijo...

La cocinerita, a pesar de su visión sarcástica y puñetera, ya sea del mundanal ruido, ya sea de su silencio, se muestra entusiasmada y aplaude de alegría (también taconea y da palmas pero esa es otra historia).

Y se le escapa un... Olé!!